martes, 19 de abril de 2011

Especial Semana Santa 2011

Con motivo del suplemento especial de la Semana Santa, en el periódico "La Voz de Ronda" se publicó el día 16 el siguiente artículo:


Estamos en el principio del fin, no se asusten es así. Para los cofrades la semana más larga del año no es la Semana Santa es la anterior, la de Pasión.

La semana que empieza con el Pregón de la Semana Santa y concluye con los últimos preparativos de las palmas y ramos de olivos que anuncian la inminencia de la llegada del Señor para ocupar nuestras calles y atribular nuestros sentidos hasta hacernos estremecer.

Vemos en los días anteriores como los preparativos nos van golpeando. La carrera oficial preparada, la plata limpia, las flores encargadas, el incienso haciéndose nube maravillosa sobre el cielo azul de nuestra ciudad, los enseres en su sitio, sin una mota de polvo.

Tenemos la túnica colgada en el salón para airearla, las zapatillas preparadas, los guantes impolutos. Nos sorprendemos mirando la medalla colgada en el cabecero de la cama en las noches de desvelo que pasamos durante estos días previos, así como miramos al cielo nada más levantarnos. Internet y los móviles nos tienen al día del tiempo que nos espera, las noticias meteorológicas son lo más visto del día en todas las cadenas de televisión y la preparación llega al punto de no retorno. Ya está aquí, y ya se está yendo.

Aún no ha llegado y ya vamos notando la nostalgia que invade nuestros corazones. Hemos estado preparándonos durante todo el año para una semana y se nos está escapando entre los dedos cuándo aún no ha aparecido por el umbral de nuestros recuerdos. Se va, se va, se va.

Y es ahora en estos días que están por venir, los que quieres disfrutar al máximo. Deseas ser esa brisa que acaricia el rostro de nuestras Vírgenes, la vela que está más cerca de la mano de nuestra dolorosa, el clavel que está junto al pie del Nazareno que nació en Jerusalén y vive junto a los ocho caños, la rosa que está junto al pie de ese Crucificado al que llamamos de la Sangre y que queremos abrazar para calmarle el dolor de la lanza que le atravesó el corazón.

Ahora nos gustaría ser la palma que porta el Señor que viene subido sobre una borriquita desde el barrio de la dehesa a decirnos que está aquí. ¡Hosanna, Hosanna! Le gritaba el pueblo. Nosotros lo recibimos entre aplausos y miradas furtivas a la chiquillería que le acompaña, tras ellos nos gustaría ser esa paloma que lleva la Virgen entre sus manos y llenarnos de su dulzura.

Nos sorprendemos queriendo desatar el nudo de las manos del Señor del Prendimiento y ser el sayón que lo acompaña en el paso o la mariquita que cuelga del pecho de la Virgen del Rosario, acompañándola desde su barrio de San Cristóbal hasta María Auxiliadora, los dos templos donde los Salesianos echaron sus raíces en Ronda.

Te gustaría ser ese aroma a romero e incienso que cubre el rostro y la salida del Señor de los Gitanos. Saeta y plegaria para el Manué y jarrón de entrevarales en el palio de la Virgen con los ojos más claros de toda la serranía. Amargura no sufras que tu pueblo está contigo acompañándote para hacerte más llevadera la tarde del Domingo de Ramos.

O ser el Ángel que le acerca el cáliz al Señor del Huerto para aliviar el momento de oración entre olivos y ramas, mientras María consuela las tristezas de un pueblo que espera a las puertas de los Descalzos mientras ella viene despacito y tu quieres acercarte más a ella, ser parte de su paso y taparle la brisa para que no le moleste.

¡Quién fuera ancla para ir junto a tu mano Esperanza! Novia de un pueblo que vienes desde lejos a llenarnos los corazones y a decirnos que aunque azoten a tu hijo, nada ni nadie podrá hacer daño en la fe que te trae hasta la ermita para llenar a todos de lo que no podemos perder nunca, la Esperanza.

Te gustaría ser ese rosario que lleva entre sus manos la Señora del Mayor Dolor y quedarte viendo su belleza y su mirada hacia el que es redentor de todo y está ahí clavado en la Cruz por nosotros y tiene esa herida en el pecho clavado por los mismo desalmados que le vitoreaban. Mirando el paño de pureza más rojo y más dorado que encontrarse pueda uno.

Para ser contraluz en la puerta de las Hermanas de la Cruz y convertirte en el madero que es abrazado por el hijo de Dios en una muestra que es como el día, Amor Fraterno. Sin dejar de aspirar a ser cirial para estar más cerca de la Virgen que tiene nombre de Pena y corazón con siete dolores.

O ser manto que cubra al Señor de la Escala, balcón al que presentarse al pueblo y cetro que acaricia las manos del Hombre. He ahí al Hombre le dijeron, y él viene cruzando el puente para decirnos que está aquí y que su madre viene detrás con uno de los nombre más bonitos que se pueda tener, Buen Amor.

Los chorros de fe llegan como el agua a los ocho caños, sin parar. Y esperan para ser tu cirineo por esa cuesta que llaman Santa Cecilia, pero que nosotros sabemos que es el Gólgota por el que sube Dios hecho Hombre para encontrarse con su pueblo que lo tiene como al Señor de Ronda. Es entonces cuando quieres convertirte en el palio más hermoso para cobijar a la Virgen de los Dolores y ser el guiño de San Juan en el momento de la caída del hijo.

O la Magdalena que acaricia el tronco en el que fue clavado el Señor de los Remedios, la mirada dulce y el bello rostro de la Virgen del Amparo. Ser ese Ángel que mira a la Madre, que vencida ante la cruz abraza al Señor pidiendo piedad a su Angustia de Madre malherida por todo el sufrimiento.

Ser esa almohada que cobija la cabeza del Señor del Barrio para que la subida sea menos dura, acompañar a la Soledad como lo hacen los jóvenes San Juan y María Magdalena en esa conversación sagrada que te lleva en volandas desde el mismo centro hasta las puertas del cielo, allí donde te esperan tus vecinos de toda la vida.

Sudario de Cruz que va acariciando a la Virgen entre las vírgenes, a la mocita de la Merced que baja desde el cielo cada noche de Viernes Santo abrazada por el paño que fue utilizado para bajar al hijo, y que la acaricia de cuanto en cuanto para decirle “estamos contigo, no estás sola Madre, caminamos contigo y junto a ti”

Es entonces, cuando los pies cansados y las fuerzas te derrotan, el momento de irte y dejar pasar una semana que ha sido magnífica y de la que te quedan los imborrables recuerdos de la Semana de Dios en la calle. No puedes más, pero sacas fuerzas de flaqueza para acompañar la más gloriosa de las manifestaciones de Dios como es la Resurrección del Señor.




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