La Semana Santa es cuestión de tradición. Va pasando
de padres a hijos. Nos encontramos en nuestras Hermandades, casi todas, con
familias completas y generaciones enteras que han estado vinculadas a la vida
diaria de las Hermandades, en sus cargos o simplemente portando a su titular o
con un cirio durante años y años.

En todos lados cuecen habas. Hasta en las ciudades donde
la Semana Santa es un ícono para el resto del mundo se mete la pata profundamente,
dando espectáculos esperpénticos, imitando acciones realizadas en otros lugares
que no tienen sentido con la forma de hacer de toda la vida en nuestros
lugares.
Podríamos imitar muchas acciones que engrandecerían
nuestras puestas en común, altares magníficos, asistencia a los hermanos al
modo de acciones conjuntas, conjunción en nuestras Hermandades que ahora están
deslavazadas…pero es muy nuestro el copiar lo que menos nos hace falta y dejar
de lado lo fundamental.
No soy nadie para dar lecciones a nadie, pero como
amante de nuestra Semana Santa me encuentro en la obligación de luchar por
nuestras tradiciones, esas que hemos heredado. El inmovilismo es malo, pero el
moverse por el moverse, sin sentido, tampoco trae nada bueno, lo hemos visto
demasiadas veces.
Publicado en "La Voz de Ronda" 23/02/2013
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